Roberto Vegas. Concejal de San Sebastián de los Reyes.
Leer
en los últimos meses noticias relacionadas con política no deja de ser sinónimo
de leer noticias relacionadas con corrupción y por eso la asociación de ideas
se está convirtiendo en inmediata. Hemos pasado de hablar del riesgo atómico
que suponían en el último año y para la mayoría, los consejos de ministros de
los viernes o de cómo despertarían los lunes la Prima de riesgo y el IBEX, a no
parar de hablar de la corrupción en los círculos del poder.
Sin
duda, la bomba del caso “Barcenas”, una presumible pata del banco GURTEL sacude
con fuerza las migas del mantel, y esas migas están manchando ya a las
instituciones más altas.
La
duda se ha instalado ya en una ciudadanía, que desde la llegada de la
democracia ha ido reduciendo poco a poco la credibilidad a los políticos y ha
ido perdiendo la confianza en instituciones y organizaciones que son percibidas
la mayoría de las veces como generadoras de problemas en vez de cómo fuente de
soluciones.
La
lista de instituciones y organizaciones “marcadas” en este momento es tenebrosa,
la jefatura del estado, los gobiernos, los partidos políticos, los principales
dirigentes de las organizaciones de empresarios, la Iglesia mayoritaria, la
prensa, si, la prensa…Pero lo peor no es la interminable lista que agrede con
sólo leerla, que duele a cualquier persona, que desespera e indigna.
En
este momento, lo peor es la actitud de los que están en ella. Duelen la
negación de las evidencias, la justificación infantil cuando les pillan, las trampas
descubiertas, las mentiras de patas cortas,...Viven, sin duda, no pensando en
cómo mejorar nuestras vidas, sino pensando escapatorias para que no les
descubran nuevas fechorías, preparando la estrategia mediática más eficiente si
acaso les descubren, en definitiva, viven y se nutren de sobrevivir y así no
queda casi tiempo para nada.
Es
lamentable, ver como a los que pillaron ayer son reprendidos por los que serán
pillados mañana, y como los que serán pillados mañana, serán reprendidos, con
las mismas fórmulas por aquellos a quienes pillaron hoy, todo en un bucle
interminable.
Hoy,
la política nos recuerda, a aquellas escenas de película en las que dos
acusados por el mismo delito, culpables los dos obviamente, se acusan entre si
ante el jurado para desacreditar al otro y así salvar la propia piel. En las
películas antiguas, evidentemente los dos habrían sido condenados de manera
“ejemplar” y el público satisfecho. Hoy está más de moda que al final se salven
los dos o mejor aún, que no sepamos ya nunca como quedó la cosa. El cine va con
los tiempos y ahora toca desesperanza, incertidumbre, duda,..
Oímos
decir a mucha gente: “es inaceptable que esos mismos que nos piden sacrificios
y nos recortan salarios, derechos, nos despiden o nos desahucian de nuestras
casas, a la vez, nos estén robando”. Esto muchas veces es amplificado por el
partido u organización que no está en ese momento en el ojo del huracán. ¿Sería
más aceptable que nos robasen, siempre y cuando, nos dejasen en paz? Si lanzamos
esa pregunta muchos dudan aunque con esfuerzo, cada vez más personas responden
que no.
Por
eso, no podemos permitir, al menos desde la izquierda, que nuestras
organizaciones se limiten, durante los paréntesis en los que los focos cambian
de escenario y salen de la pantalla de la corrupción, en la que también cayeron,
a vociferar contra el adversario, hoy de barro hasta las cejas, como si “la
cosa no fuera con ellos” y con el único objetivo de arañarlo electoralmente. La
única forma de mejorar la credibilidad, generar confianza y regenerar la política,
es con la sinceridad y el Ejemplo, quitándose el maquillaje y haciéndose
transparente a las gentes de fuera y a las de dentro.
Para
ello se debe incluir a los partidos y organizaciones sindicales y
empresariales, a la Iglesia Católica y a la Casa Real en la ley de Transparencia,
se debe modificar la ley electoral aminorando el gasto permitido de las
campañas, debemos fortalecer la Justicia, dotándola de más y mejores
herramientas e independencia real, para ser eficaces y rápidos con las personas
que maltratan lo público. Para esto, debiéramos contar con un gran pacto por el
que todos se comprometan a ser intransigentes con los corruptos sean o no de la
propia organización y no cómplices.
Mientras
la ciudadanía no vea la acción en esa línea no nos valdrán las promesas, ya no,
ni las excusas, ni el ataque al adversario como técnica de distracción, ya
no…solo el ejemplo
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