¿Quién ha dicho que hay que pagar nuestras deudas?

Alejandro León - Economista.
Imposible pagar. Aunque quisiéramos. La deuda de España a corto, medio y largo plazo es un lastre que imposibilita la posible salida de la crisis, incluso enlos mejores escenarios económicos. Durante décadas lo único que haremos es pagar las deudas acumuladas de los intereses y los principales de las diferentes emisiones de letras, bonos y obligaciones que hemos ido subastando a lo largo de estos años.

Este supuesto es si “todo va bien”, es decir, si España puede soportar la tensión y los españoles aceptamos el empobrecimiento lento y seguro que se nos viene encima.

Supongamos la mejor situación: una disminución del desempleo hasta límites “normales” del 10 %, un crecimiento de nuestra producción en los próximos años entre el 3 y el 5 % del PIB, un aumento de nuestras exportaciones que hiciera que la balanza internacional fuera positiva y que finalmente se pidiera y se concediera el préstamo milagroso del Banco Central Europeo (“rescate”) Todo este escenario incluiría que no importase que nuestros salarios bajaran escandalosamente y la distribución al factor trabajo de la riqueza generada fuera mucho menor que el actual, que los servicios públicos (sanidad, educación, etc.) tuvieran una disminución de los gastos que los dejará a niveles paupérrimos y que desapareciera la sociedad de clase media para constituirse una sociedad dual de ricos y pobres.
Bien, pues a pesar de todas estas premisas, seguiríamos como esclavos. No habría esperanza. No existiría un punto de descenso a partir del cual podríamos nuevamente a crear una nueva sociedad más igualitaria. El mecanismo financiero y económico que se nos plantea por los pensadores políticos y económicos que gobiernan en Europa nos alejan no solo de la posibilidad de salir de la crisis sino también de tener cualquier esperanza que, aún saliendo, pudiéramos disponer de capacidad suficiente para volver a empezar. La deuda y los intereses nos atan para siempre. El contexto futuro es que aceptemos siempre ser un país de segundo orden, justo al límite de la pobreza, que dispongamos justo de lo mínimo para que no tengamos ganas de subvertir el sistema, un sistema que tiene preparado un entramado ideológico para justificar la desigualdad y nuestra situación de pobres agradecidos.
Salirse del euro es la única salida. Con casi total seguridad con brutales consecuencias a corto plazo, pero dejaremos de pagar esas deudas injustas que nos atarán para siempre, pero dejaremos de pensar que somos pobres porque nos lo merecemos.

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