Francisco Javier Vivas. Escritor.
Gerardo Díaz Ferrán se ha
inspirado en la primera película de Woody Allen para rematar sus hazañas
empresariales: poner a salvo su capital para simular insolvencia ante sus
acreedores (proveedores, trabajadores, Seguridad Social y Agencia Tributaria).
El ex presidente de la
asociación patronal CEOE ha sido detenido bajo la acusación de enviar 50
millones de euros a paraísos fiscales extranjeros (también los hay nacionales).
La policía ha localizado en su casa –un lujoso zulo en una zona residencial
para gente guay–, 150.000 euros en efectivo y un kilo de oro valorado en
unos 60.000 euros (cien millones de las antiguas o futuras pesetas). En la
residencia del (dígase con reservas) empresario Ángel de Cabo, su
“entrenador-maquillador” financiero, la policía se ha incautado de 400.000
euros en metálico y varios coches de alta gama (un Volkswagen Tuareg, un
Ferrari, un BMW 750, cinco berlinas y un deportivo Mercedes, un Mini y un
Audi), y en la residencia de la secretaria de éste, se ha topado con un millón
de euros en billetes de todo tipo, debidamente enfajados. ¡Cuánto le gusta a
esta gente el dinero en metálico! Recuerdan al tío Gilito.
La trayectoria empresarial de
este entusiasta de la iniciativa privada ofrece pocas dudas sobre su capacidad
para los negocios, pues deja tres empresas en quiebra y otra incautada: Air
Comet (160 millones de euros en deudas, 650 empleados sin cobrar y 5.000
pasajeros con el billete pagado tirados en varios aeropuertos), Seguros
Mercurio (inhabilitado por el juez durante 15 años y condenado a pagar 12,5
millones de euros), Viajes Marsans (600 millones de euros en deudas, 4 millones
de euros de reservas de viajes apropiados indebidamente y 1450 empleados en la
calle), Aerolíneas Argentinas, empresa que el gobierno argentino le expropió
cuando debía 800 millones de dólares, no pagaba a los empleados y carecía de
repuestos para los aviones). Estos resultados le acreditan como un hombre de
negocios tramposo y un manager de ínfima calidad; explotador de
trabajadores, deudor de proveedores, timador de pasajeros, defraudador fiscal,
mal ciudadano y pésimo patriota, que no obstante llegó a ser presidente de la
mayor asociación de empresarios de España. Algo bueno le habrán visto sus
colegas.
Que el patrón de patrones se
comporte así no parece un accidente, sino una muestra de la fauna empresarial
autóctona, que no está en peligro de extinción sino bien cebada por este
gobierno. España debe de estar entre los países de la Unión Europea con más
empresarios “chungos” por kilómetro cuadrado.
Como tantos otros empresarios,
Díaz Ferrán es un decidido partidario del mercado libre y un enemigo declarado
de lo público. “La mejor empresa pública es la que no existe”, y no se ha
cansado de solicitar “más libertad de empresa, más mercado, más desregulación y
más competencia”, lo cual no le impidió adquirir Aerolíneas Argentinas a la
empresa pública SEPI, por una cantidad simbólica.
Para salir de la crisis, de la
que ha culpó a Zapatero, ha recomendado trabajar más y cobrar menos, abaratar
la indemnización por despido a los trabajadores (no a los directivos) y rebajar
los impuestos a los empresarios. Nada nuevo.
Por su trayectoria, Díaz Ferrán
merece figurar en la larga lista de empresarios que han llevado a la quiebra a
sus empresas o las han saneado despidiendo a cientos o miles de trabajadores,
mientras se han “forrado” personalmente. Su nombre debe aparecer junto a los de
Mario Conde (Banesto), Ruiz-Mateos (Rumasa), Javier de la Rosa (Kio), Gil y Gil
(Marbella: 66,5 millones de euros evaporados), Antonio Camacho (Gescartera)
Francisco Correa (caso “Gürtel”), Jorge Dorribo (caso “Campeón”), Angel Fenoll
(caso “Brugal”), Enrique Ortiz (Grupo Cívica-construcción), Juan Villalonga (stock
options de Telefónica), Enrique Crespo (EMARSA), Martín Álvarez (Martinsa),
(Juan A. Cano (AFINSA-Forum Filatélico), Mas Canosa (Sintel) y tantos otros, en
buena parte ligados a negocios inmobiliarios y recalificaciones de suelo en
casi todo el territorio y en especial en la costa. Muchos de ellos, arrimados
al poder político para medrar sin competencia y poco esfuerzo, porque al lado
de los políticos corruptos suele haber empresarios con idéntica falta de
decencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario